Despierta, tiemblo al mirarte;dormida, me atrevo a verte;por eso, ala de mi alma,yo velo mientras tú duermes.
Despierta, ríes, y al reír, tus labiosinquietos me parecenrelámpagos de grana que serpeansobre un cielo de nieve. [...]
Dormida, en el murmullo de tu alientoacompasado y tenueescucho yo un poema, que mi almaenamorada entiende...«¡Duerme!»
Sobre el corazón la manohe puesto porque no suenesu latido, y de la nocheturbe la calma solemne.
De tu balcón las persianascerré ya, porque no entreel resplandor enojosode la aurora y te despierte...«¡Duerme!»
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