Tú me levantas, tierra de Castilla,
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo tu amo.
Tierra nervuda, enjuta, despejada, 5
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos, campos; 10
tiene en ti cuna e1 So1; y en ti sepulcro,
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda,
y en ti me siento al cielo levantado;
aire de cumbre es el que se respira 15
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos;
si te son dignos, bajarán al mundo
desde lo alto! 20