viernes, 22 de octubre de 2010

Vicente Aleixandre (1898-1984)[esp], «Después del amor»

Tendida tú aquí, en la penumbra del cuarto,
como el silencio que queda después del amor,
yo asciendo levemente desde el fondo de mi reposo
hasta tus bordes, tenues, apagados, que dulces existen.
Y con mi mano repaso las lindes delicadas de tu vivir retraído.
Y siento la musical, callada verdad de tu cuerpo, que hace
              un instante, en desorden, como lumbre cantaba.
El reposo consiente a la masa que perdió por el amor su forma continua,
para despegar hacia arriba con la voraz irregularidad de la llama,
convertirse otra vez en el cuerpo veraz que en sus límites se rehace.

Tocando esos bordes, sedosos, indemnes, tibios, delicadamente desnudos,
se sabe que la amada persiste en su vida.
Momentánea destrucción el amor, combustión que amenaza
al puro ser que amamos, al que nuestro fuego vulnera,
sólo cuando desprendidos de sus lumbres deshechas
la miramos, reconocemos perfecta, cuajada, reciente la vida,
la silenciosa y cálida vida que desde su dulce exterioridad nos llamaba.
He aquí el perfecto vaso del amor que, colmado,
opulento de su sangre serena, dorado reluce.
He aquí los senos, el vientre, su redondo muslo, su acabado pie,
y arriba los hombros, el cuello de suave pluma reciente,
la mejilla no quemada, no ardida, cándida en su rosa nacido,
y la frente donde habita el pensamiento diario de nuestro amor, que allí lúcido vela.
En medio, sellando el rostro nítido que la tarde amarilla caldea sin celo,
está la boca fina, rasgada, pura en las luces.
Oh temerosa llave del recinto del fuego.
Rozo tu delicada piel con estos dedos que temen y saben,
mientras pongo mi boca sobre tu cabellera apagada.

Vicente Aleixandre (1898-1984)[esp], «Se querían»

Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.
Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.
Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.
Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.
Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.
Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.
Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.
Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.

Manuel Machado Ruiz (1874-1947)[esp], «El caballero de la mano en el pecho (El Greco)»

Este desconocido es un cristiano
de serio porte y negra vestidura,
donde brilla no más la empuñadura,
de su admirable estoque toledano.

Severa faz de palidez de lirio
surge de la golilla escarolada,
por la luz interior, iluminada,
de un macilento y religioso cirio.

Aunque sólo de Dios temores sabe,
porque el vitando hervor no le apasione
del mundano placer perecedero,

en un gesto piadoso, y noble, y grave,
la mano abierta sobre el pecho pone,
como una disciplina, el caballero.

Manuel Machado Ruiz (1874-1947)[esp], «Retrato»

Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.
Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla,
media docena de cañas de manzanilla.
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.

Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...
Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero,
a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero.
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna
Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-,
Con Montmartre y con la Macarena comulgo...
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.
Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.

Manuel Machado Ruiz (1874-1947)[esp], «La copla»

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.

Manuel Machado Ruiz (1874-1947)[esp], «Cantares»

Vino, sentimiento, guitarra y poesía
hacen los cantares de la patria mía.
Cantares...
Quien dice cantares dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida,
y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...
Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros, negros, y negra la suerte...
Cantares...
En ellos el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía,
quien dice cantares dice Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.

Salvador Rueda Santos (1857​-1933)[esp], «Afrodita»

Venus, la de los senos adorados
que nutren de vigor savias y rosas;
la que al mirar derrama mariposas
y al sonreír florecen los collados;

la que en almas y cuerpos congelados
fecunda vierte llamas generosas,
de Eros a las caricias amorosas
ostenta sus ropajes cincelados.

Ella es la fuerza viva, el soplo ardiente
de cuanto sueña y goza, piensa y siente;
de cuanto canta y ríe, vibra y ama.

En el niño es candor, eco en la risa;
en el agua canción, beso en la brisa,
ascua en corazón, flor en la rama.

Salvador Rueda Santos (1857​-1933)[esp], «La copla»

Tiene la mariposa cuatro alas;
tú tienes cuatro versos voladores;
ella, al girar, resbala por las flores;
tú por los labios, al girar, resbalas.

Como luces su túnica, tú exhalas
de tu forma divinos resplandores,
y fingen ocho vuelos tembladores
tus cuatro remos y sus cuatro palas.

Ya te enredas del alma en una queja,
ya en la azul campanilla de una reja,
ya de un mantón en el airoso fleco.

En el pueblo, andaluz, copla, has nacido,
y tienes --¡ave musical!-- tu nido
de la guitarra en el sonoro hueco.

Salvador Rueda Santos (1857​-1933)[esp], «Horas de fuego»

Quietud, pereza, languidez, sosiego...;
un sol desencajado el suelo dora,
y a su valiente luz deslumbradora
queda el que ha dejado fascinado y ciego.

El mar latino, y andaluz, y griego,
suspira dejos de cadencia mora,
y la jarra gentil que perlas llora
se columpia en la siesta de oro y fuego.

Al rojo blanco la ciudad llamea;
ni una brisa los árboles cimbrea,
arrancándoles lentas melodías.

Y sobre el tono de ascuas del ambiente,
frescas cubren su carmín rïente
en sus rasgadas bocas las sandías.

Salvador Rueda Santos (1857​-1933)[esp], «La sandía»


Cual si de pronto se entreabriera el día
despidiendo una intensa llamarada,
por el acero fúlgido rasgada
mostró su carne roja la sandía.

Carmín incandescente parecía
la larga y deslumbrante cuchillada,
como boca encendida y desatada
en frescos borbotones de alegría.

Tajada tras tajada, señalando
las fue el hábil cuchillo separando,
vivas a la ilusión como ningunas.

martes, 19 de octubre de 2010

Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada, 1898-Víznar, Granada, 1936)[esp], _Diván del Tamarit_ -(1931-1934)- (1940), «Casida de las palomas oscuras», 'Por las ramas del laurel...'

 

Por las ramas del laurel
van dos palomas oscuras.
La una era el sol,
la otra la luna.
"Vecinitas", les dije,
"¿dónde está mi sepultura?"
"En mi cola", dijo el sol.
"En mi garganta", dijo la luna.
Y yo que estaba caminando
con la tierra por la cintura
vi dos águilas de nieve
y una muchacha desnuda.
La una era la otra
y la muchacha era ninguna.
"Aguilitas", les dije,
"¿dónde está mi sepultura?"
"En mi cola", dijo el sol.
"En mi garganta", dijo la luna.
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna.

Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada, 1898-Víznar, Granada, 1936)[esp], _Diván del tamarit_ -(1931-1934)- (1940), VI «Casida de la mano imposible» 'Yo no quiero más que una mano...'


Yo no quiero más que una mano;
una mano herida, si es posible.
Yo no quiero más que una mano
aunque pase mil noches sin lecho.
 
Sería un pálido lirio de cal.
Sería una paloma amarrada a mi corazón.
Sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.
 
Yo no quiero más que esa mano
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía.
Yo no quiero más que esa mano
para tener un ala de mi muerte.
 
Lo demás todo pasa.
Rubor sin nombre ya. Astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.


Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada, 1898-Víznar, Granada, 1936)[esp], _Canciones_-(1921-1925)- (1927), «Despedida» 'Si muero, / dejad el balcón abierto...'


     Si muero,
dejad el balcón abierto.

     El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo).

     El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento).

¡Si muero,
dejad el balcón abierto!

Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada, 1898-Víznar, Granada, 1936)[esp], _Llanto por Ignacio Sánchez Mejías_ (1935), «Alma ausente» 'No te conoce el toro ni la higuera...'


     No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

     No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

     El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y monjes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

     Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

     No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.

     La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto tu elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.

Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada, 1898-víznar, Granada, 1936)[esp], _Llanto por Ignacio Sánchez Mejías_ (1935), «Cuerpo presente» 'La pierdra es una fuente donde los sueños gimen'

 

La piedra es una frente donde los sueños gimen
sin tener agua curva ni cipreses helados,
La piedra es una espalda para llevar al tiempo
con árboles de lágrimas y cintas y planetas.
 
Yo he visto lluvias grises hacia las olas
levantando sus tiernos brazos acribillados,
para no ser cazadas por la piedra tendida
que desata sus miembros sin empapar la sangre.
 
Porque la piedra coge simientes y nublados,
esqueletos de alondras y lobos de penumbra;
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego,
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros.
 
Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido.
Ya se acabó; ¿que pasa? Contemplad su figura:
la muerte le ha cubierto de pálidos azufres
y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro.
 
Ya se acabó. La lluvia penetra por su boca.
El aire como loco deja su pecho hundido,
y el Amor, empapado con lágrimas de nieve,
se calienta en la cumbre de las ganaderías.
 
¿Qué dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruiseñores
y la vemos llenarse de agujeros sin fondo.
 
¿Quién arruga el sudario? ¡No es verdad lo que dice!
Aquí no canta nadie, ni llora en el rincón,
ni pica las espuelas, ni espanta la serpiente:
aquí no quiero más que los ojos redondos
para ver ese cuerpo sin posible descanso.
 
Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los ríos:
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.
 
Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me enseñen donde está la salida
para este capitán atado por la muerte.
 
Yo quiero que me enseñen un llanto como un río
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de los toros.
 
Que se pierda en la plaza redonda de la luna
que finge cuando niña doliente res inmóvil;
que se pierda en la noche sin canto de los peces
y en la maleza blanca del humo congelado.
 
No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!

 

Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada, 1898-Víznar, Granada, 1936)[esp], _Diván del Tamarit_ (1936), «Gacela de la terrible presencia»


Yo quiero que el agua se quede sin cauce.
Yo quiero que el viento se quede sin valles.

Quiero que la noche se quede sin ojos
y mi corazón sin la flor del oro.

Que los bueyes hablen con las grandes hojas
y que la lombriz se muera de sombra.

Que brillen los dientes de la calavera
y los amarillos inunden la seda.

Puedo ver el duelo de la noche herida
luchando enroscada con el mediodía.

Resisto un ocaso de verde veneno
y los arcos rotos donde sufre el tiempo.

Pero no me enseñes tu limpio desnudo
como un negro cactus abierto en los juncos.

Déjame en un ansia de oscuros planetas,
¡pero no me enseñes tu cintura fresca!

Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada, 1898-Víznar, Granada, 1936)[esp], _Llanto por Ignacio Sánchez Mejías_ (1935), «La sangre derramada»

 

¡Que no quiero verla!
 
Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.
 
¡Que no quiero verla!
 
La luna de par en par,
caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras
 
¡Que no quiero verla¡
 
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!
 
¡Que no quiero verla!
 
La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
 
¡Que no quiero verla!
 
Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
 
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!
 
No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un rio de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!
 
Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.
¡Que no quiero verla!
 
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.
¡¡Yo no quiero verla!!

Francisco de Goya, La nevada o El invierno

Francisco de Goya, La nevada o El invierno
Francisco de Goya, La nevada o El invierno

Poemas de Miguel Hernández 1982. GET "Pérez Comendador". Primera función 27 de mayo de 1982

Poemas de Miguel Hernández 1982. GET "Pérez Comendador". Primera función 27 de mayo de 1982
Así éramos cuando comenzamos. ¡Tan jóvenes todos!

Voces de muerte... 85. GET "Pérez Comendador"

Voces de muerte... 85. GET "Pérez Comendador"
Tiempos heroicos. Mucha ilusión y muchas horas de ensayo

Melpómene y Thánatos 39 -1987. GET "Pérez Comendador"

Melpómene y Thánatos 39 -1987. GET "Pérez Comendador"
¿Realidad, ficción? La estructura más compleja. Pudimos estrenar después de muchísimas horas de ensayo

Estos días azules y este sol de la infancia 1989. GET "Pérez Comendador"

Estos días azules y este sol de la infancia 1989. GET "Pérez Comendador"
Poemas y fragmentos de la vida de Antonio Machado. Renovación del grupo, con algunos actores del primer montaje

El mito de Antígona 1990. GET "Pérez Comendador"

El mito de Antígona 1990. GET "Pérez Comendador"
Oposición al dictador. Adptación de la obra de Espríu, con otros añadidos

Despedidme del sol y de los trigos 1992. GET "Pérez Comendador"

Despedidme del sol y de los trigos 1992. GET "Pérez Comendador"
Miguel Hernández corregido y aumentado (visiblemente mejorado). Cincuenta años de su muerte

Edipo 1994. GET "Pérez Comendador"

Edipo 1994. GET "Pérez Comendador"
Seguimos caminando... Fue una lúcida locura embarcarnos en este montaje. Un año de intensos ensayos para encontrar el ritmo adecuado. El bloque de actores de los dos últimos años lo permitió

Voces de muerte... 1997. GET "Pérez Comendador"

Voces de muerte... 1997. GET "Pérez Comendador"
Retomamos a Lorca en el centenario del nacimiento del poeta

Voces de muerte... 1998. GET "Pérez Comendador"

Voces de muerte... 1998. GET "Pérez Comendador"
Lloramos poemas "En Granada, en su Granada". Al fin sentimos de cerca el latido de los versos de Federico

Homenaje a Federico 1998. GET "Pérez Comendador"

Homenaje a Federico 1998. GET "Pérez Comendador"
Víznar. Donde está su tierra

Electra 1999. GET "Pérez Comendador"

Electra 1999. GET "Pérez Comendador"
Nuevas técnicas, nuevos actores. Nueva experiencia. Otro mito del teatro clásico griego. Universal

Estos días azules 2002. GET "Pérez Comendador"

Estos días azules 2002. GET "Pérez Comendador"
¡Cien representaciones! Volvemos a Machado y vamos a Soria

Despedidme -Recital- 2005. GET "Pérez Comendador"

Despedidme -Recital- 2005. GET "Pérez Comendador"
Con mucho esfuerzo. Con muchísimo esfuerzo de estos tres únicos actores que supieron llenar el escenario

Soñadores 2007. GET "Pérez Comendador"

Soñadores 2007. GET "Pérez Comendador"
Veinticinco años haciendo teatro en el IES "Pérez Comendador" a pesar de las crisis teatrales que nos cercaban

Medea 2008. GET "Pérez Comendador"

Medea 2008. GET "Pérez Comendador"
Otro mito del teatro clásico griego. Universal. Dos años de búsqueda para hacer una Medea reposada y con sentimiento

Una sombra, una ficción 2010 GET "Pérez Comendador"

Una sombra, una ficción 2010 GET "Pérez Comendador"
Seguimos nuestro camino, descubriendo capacidades interpretativas..

Una sombra, una ficción 2011 GET "Pérez Comendador"

Una sombra, una ficción 2011 GET "Pérez Comendador"
Una adaptación reducida de Melpómene... que ha originado una función nueva. Mayo 2011

Una sombra, una ficción 2011. Vídeo. GET "Pérez Comendador" 2011

Una sombra, una ficción 2011 Vídeo Obra completa

https://www.youtube.com/watch?v=CYFeBozEm_g

El bosque del olvido 2012 GET "Pérez Comendador"

El bosque del olvido 2012 GET "Pérez Comendador"
Una bonita experiencia que habrá que repetir pronto. Mayo de 2012

El bosque del olvido 2012. Vídeo. GET "Pérez Comendador" 2012. ¡Lástima que lo hayan retirado!

Viento triste 2013. GET "Pérez Comendador"

Viento triste 2013. GET "Pérez Comendador"
Muchos y nuevos actores. Algunos se quedaron para continuar el trabajo

Viento triste '13 -Vídeo- GET "Pérez Comendador" 2013

Viento triste '14. GET "Pérez Comendador"

Viento triste '14. GET "Pérez Comendador"
Abril de 2014. Nuestra penúltima aventura teatral

Viento triste 14. Vídeo. Primera parte

Viento triste 14. Vídeo. Segunda parte