Al olmo viejo, hendido por el rayoy en su mitad podrido,con las lluvias de abril y el sol de mayo,algunas hojas verdes le han salido.¡El olmo centenario en la colinaque lame el Duero! Un musgo amarillentole mancha la corteza blanquecinaal tronco carcomido y polvoriento.No será, cual los álamos cantoresque guardan el camino y la ribera,habitado de pardos ruiseñores.Ejército de hormigas en hilerava trepando por él, y en sus entrañasurden sus telas grises las arañas.Antes que te derribe, olmo del Duero,con su hacha el leñador, y el carpinterote convierta en melena de campana,lanza de carro o yugo de carreta;antes que rojo en el hogar, mañana,ardas de alguna mísera caseta,al borde de un camino;antes que te descuaje un torbellinoy tronche el soplo de las sierras blancas;antes que el río hasta la mar te empujepor valles y barrancas,olmo, quiero anotar en mi carterala gracia de tu rama verdecida.Mi corazón esperatambién, hacia la luz y hacia la vida,otro milagro de la primavera.
Soria, 1912.
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