
Ahora estamos aquí. Mayo de 2011
Yo vuelvopor mis alas.¡Dejadme volver!¡Quiero morirme siendoamanecer!¡Quiero morirme siendoayer!Yo vuelvopor mis alas.¡Dejadme retornar!Quiero morirme siendomanantial.Quiero morirme fuerade la mar.
(Charles River, Cambridge, Massachusetts)Yo me senté en la orilla;quería preguntarte, preguntarme tu secreto;convencerme de que los ríos resbalan hacia un anhelo y viven;y que cada uno nace y muere distinto (lo mismo que a ti te llaman Carlos).Quería preguntarte, mi alma quería preguntartepor qué anhelas, hacia qué resbalas, para qué vives.Dímelo, río,y dime, di, por qué te llaman Carlos.Ah, loco, yo, loco, quería saber qué eras, quién eras(genero, especie)y qué eran, qué significaban «fluir», «fluido», «fluente»;qué instante era tu instantecuál de tus mil reflejos, tu ;reflejo absolutoyo quería indagar el último recinto de tu vidatu unicidad, esa alma de agua única,por la que te conocen por Carlos.Carlos es una tristeza, muy mansa y gris, que fluyeentre edificios nobles, a Minerva sagradosy entre hangares que anuncios y consignas coronan.Y el río fluye y fluye, indiferente.A veces, suburbana, verde, una sonrisillade hierba se distiende, pegada a la ribera.Yo me he sentado allí, sobre la hierba quemada del invierno para pensar por qué los ríossiempre anhelan futuro, como tú lento y gris.Y para preguntarte por qué te llaman Carlos.Y tu fluías, fluías, sin cesar, indiferentey no escuchabas a tu amante extáticoque te miraba preguntándotecomo miramos a nuestra primera enamorada para saber si le fluye un alma por los ojos,y si en su sima el mundo será todo luz blancao si acaso su sonreír es sólo eso: una boca amarga que besa.Así te preguntaba: como le preguntamos a Dios en la sombra de los quince años,entre fiebres oscuras y los días—qué verano— tan lentos.Yo quería que me revelaras el secreto de la viday de tu vida, y por qué te llamaban Carlos.Yo no sé por qué me he puesto tan triste, contemplandoel fluir de este ríoUn río es agua, lágrimas: mas no sé quién las llora.El río Carlos es una tristeza gris, mas no sé quién la llora.Pero sé que la tristeza es gris y fluye.Porque sólo fluye en el mundo la tristeza.Todo lo que fluye es lágrimas.Todo lo que fluye es tristeza, y no sabemos de dónde viene la tristeza.Como yo no sé quién te llora, río Carlos,como yo no sé por qué eres una tristezani por qué te llaman Carlos.Era bien de mañana cuando yo me he sentado a contemplar el misterio fluyente de este río,y he pasado muchas horas preguntándome, preguntándote.Preguntando a este río, gris lo mismo que un dios;preguntándome, como se le pregunta a un dios triste:¿qué buscan los ríos?, ¿qué es un río?Dime, dime qué eres, qué buscas,río, y por qué te llaman Carlos.Y ahora me fluye dentro una tristeza,un río de tristeza gris,con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises.Tengo frío en el alma y en los pies.Y el sol se pone.Ha debido pasar mucho tiempo.Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras.Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo.Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente.Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempodesde que yo me senté aquí en la orilla, a orillasde esta tristeza, de esterío al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos.Dunster House, febrero de 1954.
Yo no sé muchas cosas, es verdad.Digo tan sólo lo que he visto.Y he visto:que la cuna del hombre la mecen con cuentos,que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,que los huesos del hombre los entierran con cuentos,y que el miedo del hombre…ha inventado todos los cuentos.Yo no sé muchas cosas, es verdad,pero me han dormido con todos los cuentos…y sé todos los cuentos.
También la piedra, si hay estrellas, vuela.Sobre la noche biselada y fríacreced, mellizos lirios de osadía;creced, pujad, torres de Compostela.Campo de estrellas vuestra frente anhela,silenciosas maestras de porfía.En mi pecho ?ay, amor? mi fantasíatorres más altas labra. El alma vela.Y ella –tú- aquí, conmigo, aunque no alcanzascon tus dedos mis torres de esperanzascomo yo estas de piedra con los míos,contempla entre mis torres las estrellas,no estas de otoño, bórralas; aquellasde nuestro agosto ardiendo en sueños fríos.
Aquí nació mi vida a la esperanzay aquí esperó también que moriría;ahora que vuelvo aquí, pareceríaque el tiempo me persigue y no me alcanza.Detiene otoño el paso a la mudanzaque en la luz, en el aire se extasía:los árboles son llamas, su alegríaenciende ya mi bienaventuranza.Todo pasó. Todo quedó lo mismo:como si en este otoño floreciera,ardiendo en el fulgor de su espejismo,
última para mí, la primavera;abismo del no ser al ser abismola eternidad del tiempo prisionera.
Despierta, tiemblo al mirarte;dormida, me atrevo a verte;por eso, ala de mi alma,yo velo mientras tú duermes.
Despierta, ríes, y al reír, tus labiosinquietos me parecenrelámpagos de grana que serpeansobre un cielo de nieve. [...]
Dormida, en el murmullo de tu alientoacompasado y tenueescucho yo un poema, que mi almaenamorada entiende...«¡Duerme!»
Sobre el corazón la manohe puesto porque no suenesu latido, y de la nocheturbe la calma solemne.
De tu balcón las persianascerré ya, porque no entreel resplandor enojosode la aurora y te despierte...«¡Duerme!»
Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,y tú, inocente, duermes bajo el cielo.Tú por tu sueño, y por el mar las naves.En cárceles de espacio, aéreas llaveste me encierran, recluyen, roban. Hielo,cristal de aire en mil hojas. No. No hay vueloque alce hasta ti las alas de mis aves.Saber que duermes tú, cierta, segura–cauce fiel de abandono, línea pura–,tan cerca de mis brazos maniatados.Qué pavorosa esclavitud de isleño,yo, insomne, loco, en los acantilados,las naves por el mar, tú por tu sueño.
¿Quién dijo que se agotan la curva el oro el deseoel legítimo sonido de la luna sobre el mármoly el perfecto plisado de los élitrosdel cine cuando ejerce su tierno protectorado?Registrad mi bolsilloEncontraréis en él plumas en virtud de pájaromigas en busca de pan dioses apolilladospalabras de amor eterno sincarta de aterrizajey la escondida senda de las olas.